viernes, 18 de marzo de 2011

INCIPIT COMOEDIA

...................................EXTRAVÍOS.
(Exposición de Chema Lumbreras)


Es en la serie Siguiendo a K.B. donde mejor se puede apreciar la sátira burlesca de carácter social que en forma de revista cómica presenta el cortejo animalesco de toda fábula, y que bajo la apariencia «temática de lo cómico» oculta una «idea crítica». Así, los emblemáticos por pacíficos y autosuficientes caracoles con sus antenas dirigidas al «sol» de turno, representando uno de los temas característicos de la sátira política que podríamos denominar «lo ciudadano», y que el antihéroe protagonista de esta fábula pictórica, K.B., alter ego de autor y espectador, pasa por encima asombrado y con dislocado equilibrio; caracoles-ciudadanos que en la siguiente viñeta son espoleados de forma agitada por los jockeys que los montan en esa «ridícula y desaforada carrera al revés» por ganar la nunca vislumbrada meta final, llámese política, economía, cultura, etc., mientras otra emblemática figura de filosófica quietud, la tortuga, contempla la farsa… O bien en otro de los elementos básicos del género satírico-cómico: la utopía; en este caso en forma de la paz o el pacifismo, con esos militares, perdón, con esos cerdos vestidos de militares que mean a sus anchas con sus más que bien dotadas pichas, y que no sé por qué me recuerdan a Malditos bastardos; o en la interpretación burlesca de nuestros más sólidos y universales valores y prácticas patrias de esa escena donde concurren los principales cohortes de nuestros dioses lares, con su equivocado gesto patriota que resulta ridículo: la Semana Santa, los toros y el radicalismo… junto a nuestra muy hispana y carpeto-vetónica cabra legionaria, algo cansada ya del «choteo» peninsular desde su andadura asilvestrada con los primitivos e idílicos pastores, pasando por la más urbana y artística de los gitanos, hasta ésta de nuestra militarizada aldea ahora global. O bien la puesta en escena de otro de los característicos tópicos de la crítica cómica: la desigualdad y el reparto de la riqueza, reflejado en esa amplia mancha negra que se ha extendido sobre nuestras ya paupérrimas condiciones económicas, y que K.B. tiene que sortear subido en nuestra siempre endeble e inestable barca, en «claro» homenaje intertextual, por otro lado, al pintor de las «sombras errantes»; o si no dormir el sueño de cenicienta o blancanieves mientras el alter ego del autor y espectador [en este caso el arte del funambulista K.B.] porta un simbólico peine para que cuando arribemos de nuestra(suya) desastrosa travesía o despertemos de nuestra (esta sí «nuestra» entera) pesadilla nos encuentren presentables en su nuevo y cada vez más caro, lujoso, mercantilizado y espectacular «espejo anti-mágico»; mancha que también afecta a la ecología, a pesar de unos pocos «brotes verdes» que nos podamos llevar a la boca. O bien la representación cómica del enfrentamiento de los sexos, con esas «grises» Circes que portando armas «blancas» persiguen al destronado rey fálico convertido en colorida y asustada rana; o con la toma del mando por parte de la mujer que cabalga en un fálico revólver invertido sujeta al gatillo, mientras K.B. incrédulo mira el «interior» del cañón, pero que a pesar de todo vemos como florece una inocente flor de esa cómica batalla. O el tema trágico-cómico de las costumbres domésticas y su reparto de roles de géneros, con esos alter egos en el que un K.B. agotado arrastra y tira de una pesada energía o una desesperada K.B. femenina lucha con diferentes tareas y objetos. O bien esa procesión de personificaciones, prosopopeyas y animaciones del mundo fantasioso en comitiva representación de nuestro imaginario de la vanidad: la mujer «conejo», el hombre «trabajo», el hombre «mono», la mujer «circo», o el hombre-mujer huevo, globo…, y medio sobrevolando por encima de todos ellos el protésico pajarraco de turno. O bien la representación de los diccursos de los predicadores en esa escena de huida de los «perros presa» que no paran de perseguir a K.B. con sus desoladores y amenazantes ladridos, y que como siempre sitúan a K.B. en una incómoda posición de inestable equlibrio.




Otra parte autónoma de la exposición está representada en la serie Diez dibujos etílicos, que responden a otro de los componentes básicos y constituyentes de lo cómico: la bebida y el disfrute erótico, asociado en los géneros festivos a la escrología y también presente en la serie, y de la que hacemos una des-lectura siguiendo el procedimiento «des-ordenado» y «des-legalizado» de la parodia de los Diez mandamientos de una borrachera etílico-erótica que no podía faltar en una tira cómica, conscientes de que también es posible otro tipo de lectura relacionada con los 10 hit parade [«parodia»] de un género serio como puede ser el cine, desde el western, el de autor, el fantástico, el étnico, el de terror, el erótico, el de acción, el drama psicológico, etc.


1º) Preparar la escena o «cargar las armas», y tener bien claro «el objetivo»: chupame esta, [sí, bien, pero ¿cuál?].

2º) No ponerse «serio-místico» que se te corta la verborrea y se acaba el «rollo».

3º) Nada de pesados «dinosaurios» de otra época. Fuera; todo mucho más simple, alado y divertido.
4º) Ponte un poco «naif» o un Kamen Blixen (K.B.), gusano.




5º) Está la «estrella sintética», con su «marca» escrita y todo [que cada uno se tome o ponga la suya].

6º) Re-«corta» algunas curvas; a medida chaval, no seas bestia ni carnicero.

7º) De todas formas siempre está «la negra» si todavía no has pillao, (cómo mola la pose). El garito tiene nombre: Luna y Jirafa. Date prisa que se apaga la luna y encierran a la jirafa.




8º) O bien probar un cóctel explosivo: koka y xexo.


9º) Al final… acaba uno con Froid, siempre rascando el «felpudo» inconsciente.

10º) «Pon otra, chema». [copa (nota para los cinéfilos abstemios). ¿Un cigarrito?]



Por otro lado una buena parte de la exposición consiste en «objetos» que entendemos a la manera de irónicos homenajes; así, el de la pintura en la simbólica ternura de la Oreja de Vicente, en doblado homenaje al pintor Rafael Alvarado; al cine, también en un doble sentido: desde la primitiva Piedra de Luna de George Melies a la actual consumista «tostada Disney»; el homenaje a la fábula, cuento o literatura, representado en uno de los principales personajes de dicho género: el enanito, también en doblado homenaje, digitalizado, a la fotografía que lo(a) representa en su abandono u olvido en el propio ámbito natural de «su jardín».


Asimismo podemos separar en nuestra lectura las sutiles e irónicas micro-instalaciones que nos presenta el artista en estos «extravíos», tan características de su arte, y procedimiento artístico sustancial del conjunto de su obra más reciente: la dulce y erótica música [Dulce comisura]; la poda en el jardín [Lo que no pudo crecer]; y las (in)habilidades domésticas [La punta de los dedos], incorporadas a la representación como metonimias de la inestable conjunción entre vida y arte, o viceversa.

También podemos aislar las dos exageradas e hiperbólicas cartelas o bocadillos recogidas del mundo del cómic: Cosas que nunca dije y Todo lo que nos dijimos, humorística propuesta (in)comunicativa sobre «lo no dicho» y «lo dicho», pues a pesar de las enormes posibilidades del medio del lenguaje comunicativo nos quedamos como siempre a oscuras en uno y en otro caso, dada, parece, la imposibilidad o inestabilidad de una significación compartida.


Por último queda el video, Aliento, una alegórica visión sobre la obra de arte con su nietzscheana, para nosotros, propuesta: «juego, danza y risa»; mezcla de cuerpos en movimiento circular sobre un único, quieto y paralizado rectángulo (o barra), imposible o inestable equilibrio que sin embargo nos constituye: trágico y cómico, vida y muerte, llanto y risa, infinito y finito, «movimiento y reposo», pero sobre todo arte y vida como metáfora del artista o del mundo. Pero también guiño formal a esa fábula animada que es el cine desde sus inicios: imagen que incorpora el movimiento, espacio sensible de la vida que el tiempo corta o acaba: 8 segundos de movimiento (o 60). Y, «otra vez», entrar en la sala, la vida, para salir a la ficción, la realidad: tomar aliento para extraviarse. Con una condición: no perecer en el engaño (de ellos). La vida o el arte pueden parecer una comedia pero tienen sentido, aunque sea absurdo y la mayoría de las veces incluso doloroso. Incipit, comoedia.

Reírse, críticamente, con el sexo, la política, el arte, la religión, los tabúes sociales, etc., es la lograda fuerza que nos transmiten estos humorísticos extravíos en una nueva, inteligente y pictórica «vuelta» de tuerca a nuestro imaginario «ruedo» ibérico, que como aliento regenerador de la vida o «catarsis cómica» agradecemos al artista Chema Lumbreras.